Descubriendo El Poder De Dios
- diez0928
- 31 ago 2016
- 2 Min. de lectura

“Mas acuérdate del SEÑOR tu Dios, porque El es el que te da
poder para hacer riquezas, a fin de confirmar su pacto”
Deuteronomio 8:18
La Manera En Cómo Dios Cubre Mis Necesidades
El conocido predicador de la prosperidad John Avancini nos relata lo que le sucedió en cierta oportunidad cuando fue invitado a ser uno de los conferencistas de un congreso carismático internacional en la ciudad de Abuja en el país africano de Nigeria. Durante 4 días estuvo enseñando sobre las leyes de la siembra y cosecha financiera.
El segundo día decidió hacer algo que no se hace nunca en las conferencias organizadas por la escuela de profetas dirigida por el Reverendo Morris Cerrullo: levantar una ofrenda en el evento. Pero solicitó el permiso ya que (decía él) lo sentía de parte de Dios hacerlo. Fue autorizado por los organizadores y así culminó la conferencia de esa tarde donde las personas dieron tanto que hubo que utilizar las fundas de los almohadones de los asientos del salón para poder continuar levantando las ofrendas. Entre ellos se encontraba el chofer de John Avancini, un hombre llamado Joe, quien poseía un viejo taxi todo destartalado con el cual lo transportaba cada mañana y tarde desde el hotel al lugar de las conferencias.
Joe, el taxista también estuvo presente en aquella prédica y también participó del momento de las ofrendas dando todo lo que mas pudo.
Después de la reunión, el Reverendo Avancini fue llevado por Joe, su chofer, al hotel donde se alojaba. Durante la noche el predicador no pudo dormir mientras recordaba que en la prédica había dicho que Dios prosperaría al treinta, al sesenta, y al ciento por uno a quienes se atrevieran a confiar en Dios y dieran con alegría y abundancia. Pensaba que si no había respuesta en la vida de aquellos que ofrendaron en la reunión creyendo al mensaje, debería huir de aquella ciudad antes de enfrentar los rostros de los devotos creyentes.
Hacia el amanecer organizó sus valijas para marcharse al aeropuerto, pero cuando terminaba de prepararse golpearon a la puerta de su cuarto. Sintió que el corazón se le salía del pecho y preguntó quien era. Le respondió la voz familiar de su chofer: “Soy yo, Joe, su chofer” mientras John Avancini abría la puerta el hombre le urgía a que lo acompañara a la salida del hotel porque necesitaba que él viera algo. Cuando llegaron a la puerta, señalando un automóvil nuevo, le decía “¡funciona pastor, funciona!!” “Dios me respondió y me dio un auto nuevo anoche mismo unas horas después de salir de la reunión!”
La confianza y fe del Dr. Avancini cobraron nuevas fuerzas y durante el resto de las jornadas de aquel foro internacional recibieron cientos de testimonios de cómo Dios había obrado milagrosamente en las finanzas de los participantes.
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